Soy mamá

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jueves, 13 de octubre de 2016

COMO COSA DE MAGIA...

      Ya me lo habían comentado que a veces pasa, que es un suceso común, algo de lo que no te has de extrañar, pero cuando te ocurre miras para todo lados y piensas:
         «¿Será posible?»
         «¿Sera bruja?
         «¡Pues no tiene teatro!»

         ¿A qué me refiero?
         A esas veces que tu bebé de meses, e incluso de días, te deja fatal.
         También es cierto que yo estoy escribiendo un blog contando cómo se porta mi pequeña (y generalmente cuento lo malo) y a mí me da que ésta se ha dado cuenta y me las devuelve como buenamente puede. Me explico:
         Que voy al pediatra y digo que engancha fatal la teta, pues lo hace de anuncio delante de ella.
         Que vienen los abuelos de visita, pues se porta fantástico, hasta se hace la dormida en el capazo, es oír la puerta cerrarse cuando se marchan y parece que dice: ¡Ahora! ¡A llorar! Y lo da todo, todo lo que no ha dado durante la visita.


         
        Que estamos de pingo en alguna casa, o con colegas y les expresamos nuestras desgracias, pues va la peque y ni se la siente, como una bendita.
         Que salimos a la calle, nada, no hay bebé; entramos en casa y sí, sí que hay bebé...
         Que hago una presentación y va mucha gente que lee el blog, no sigo, ya os lo imagináis.
         Que sale tan mona con su look nuevo pues tarda poco en mancharse de la manera que sabe (caca, pedo, pis, que huyen del pañal o babeo profuso, nausea e incluso regurgitación)
         ¿Será mi hija una futura actriz? ¿Nos odia? ¿Le encanta reírse de sus papis? ¿Quiere que vengan los de asuntos sociales? ¿Escribo a alguna revista de esas de bebés para preguntarle al experto que toque si esto me lo va a seguir haciendo?
         A veces me parece que tiene un sexto sentido. La meneo en su cunita, dejo de mecerla cuando está frita (antes nunca) y ¡guaaa!, se queja. Por fin consigo dejar de menearla sin que se despierte y me atrevo a tumbarme un poco... ¡guaaa!, se queja, ¡venga, va! me incorporo y la meneo de nuevo; ¡espera! parece que se duerme, me harto de entusiasmo y me vuelvo a tumbar. Esta vez aguanta un poco más ¡sí!, pero cuando ya estoy casi dormida, ¡guaaaaaaaaa!; me incorporo, la meneo, me tumbo (este es el ciclo). Cuando me rindo decidiendo no tumbarme más por riesgo de lumbago agudo de tanto incorporarme y me siento totalmente despejada, va ella y se duerme dos horas... ¿Por qué lo hace? y ,sobre todo, ¿cómo lo hace?
         Y quiero aclarar que Eire no es tan mala, va mejorando (aunque ahora mismo está llorando como una plañidera profesional). Lo que pasa es que le gusta llorar, a la que puede aprovecha y se lía la manta a la cabeza y expresa (a su forma) lo dura que es la vida. Es una sufrida mi niña (tiene a quien salir), pero ya os digo yo (su cruel madre) que si algún día os cruzáis con ella, fingirá ser el bebé perfecto... ¡no la creáis! ¡creedme a mí! ¡soy la adulta! ¡Es una impostora! (pero es tan bonita... ¡si es que me la como!).

         

1 comentario:

  1. Tu piensa que es la única manera que tiene de hablar. Cuando aprenda, no callará y tu dirás, ¿pero es que no te cansas de hablar? Ánimo Irene, que esto va a mejor, ya lo verás, lo que pasa es que estas cosas no te las cuentan, es tan idílico ser madre..... y un jamón!

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