Soy mamá

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lunes, 12 de septiembre de 2016

¿DISFRUTA?

      Vamos a por la siguiente entrada que escribo con un poco de miedo porque no quiero que haya malentendidos. Yo adoro a mi peque, la quiero, la requiero y la vuelvo a requerer. Deseo que tenga una vida llena de felicidad y espero ser partícipe de muchas de sus alegrías. Solo de pensar que gracias a que yo un día conocí a su papi hay una persona más en el mundo con el libro de su vida recién abierto, me emociono.
         Ahora bien, esto no está siendo fácil. Quizás me encuentra mayor, o más cansada, o soy lo peor, pero cuando la gente se acerca a ver a la niña y advierten que es muy pequeña, casi todos me dicen algo que a mí me chirría:
         —Disfruta.
         Y no es que me chirríe, es que hasta me preocupa, porque disfrutar, disfrutar... pues no. ¿Soy mala madre? Eso me hace sentir.
         Y lo hablo con su padre y se encuentra en la misma posición que yo... ¿disfrutar?
         Probablemente la película cambie mucho dependiendo del bebé; si tienes la suerte de que te toque un setito que come, duerme, hace caca sin problemas y no sabe llorar, igual sí; pero no es nuestro caso.
         Vivimos con tensión porque la peque es muy "irritable" o "rabioseta". No se la puede cambiar el pañal porque llora a gritos, ni bañar, si la cambias de postura cuando se te duerme el brazo pero ella estaba tan a gusto se priva de lo que llora. A medida que avanza la tarde comienzo a padecer sudores fríos porque se acerca la noche y el posible festival de berridos.


         Y como me gusta analizarlo todo, me pregunto a mí misma qué es lo que sucede para que disfrutar no sea el verbo que hoy por hoy escogería, ¿cuál es el problema? Pues creo que me anticipo continuamente a los momentos de impotencia y llantos y no disfruto de cuando está tranquilita porque pienso que lo va a dejar de estar al siguiente minuto, (como nos ocurre muchas veces, su cero a cien ya lo quisiera Fernando Alonso).
          Si a eso le añades el dormir tan mal, la perdida de neuronas a un ritmo preocupante, el dolor de espalda de tenerla tomada en brazos para calmarla, el del pecho por la lactancia y la ausencia total de tiempo para una misma... ¿disfrutar?
         Pero... ¿soy yo la única? No lo creo, de verdad que no. Lo que sí que creo es que a medida que pasan los meses los padres sufren una especie de amnesia selectiva y solo recuerdan lo bueno, olvidándose de los quebraderos de cabeza, el cansancio, las dudas y los cólicos.
         Una amiga me dijo que la maternidad abre la puerta de todos tus fantasmas y le doy la razón. Por lo menos la mía está entre abierta y escribo este blog para mandarlos muy muy lejos con mi desahogos.
          Esta semana he estado en mi pueblo y se han acercado varias mamás para decirme que me leen: muchas gracias Villarejo del Valle por seguirme y publicitarme. Muchos de ellos ya han escuchado a Eire llorar y han alucinado. Es que si la oyerais... Cuando lo cuento la gente me dice, ¡qué exagerada, eso es que estás muy nerviosa!... pero cuando la ven todos comienzan a opinar y a llenarte la cabeza de posibles dolores porque "ese llanto no es normal".
          Espero que en la siguiente entrada la cosa esté más tranquila y os pueda contar que ha llegado el disfrute, no sabéis cuanto lo espero; mientras, seguiremos visitando a osteópatas, pediatras, expertos y todo el que se me cruce para ver si dan con la tecla de porqué mi pequeña se pasa el día apretando y haciendo ruiditos.
         Aprovecho esta entrada para informaros de que mi próximo libro Si tiene que ser, sale el tres de octubre. Que es un libro muy especial y siempre con ese toque diferente (o eso intento) y que me gustaría que lo leyerais porque no me da la economía para tanto especialista. Recordad: tres de octubre. Os prometo que os gustará. Lo sé.



         Muchos besos.

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