Soy mamá desde hace 9 días. Bueno, desde hace 38
semanas y cinco días, porque desde el momento que me quedé embarazada ya habitaba
la pequeña Eire en mí.
Fue un
embarazo tan deseado como milagroso. Nací con una malformación uterina de la
que me han operado en varias ocasiones y que esto pudiera
suceder se hacía difícil, pero ocurrió... ocurrió y me siento el ser más afortunado del planeta,
de verdad que sí.
Nació
por cesárea el 26 de julio de 2016, como fue programada elegí que fuera un día
par... llamadme loca o maniática pero me considero una fanática de los pares, a
los impares los imagino trapaceros y mentirosos, (cosas que tiene una metiditas
en la cabeza).
La
cesárea fue mucho más especial de lo que nunca imaginé. Como suele suceder en
estos casos, depende con quien te topes puede resultar mágico o desastroso. En
esta ocasión tuve la suerte de cruzarme con un maravilloso personal sanitario y
en concreto una anestesista que me fue relatando todo lo que sucedía. Cuando me
dijo:
—Te
queda medio minuto para conocer a tu hija.
No
pude más que echarme a llorar y cuando yo me echo a llorar soy contagiosa, creo
que más de uno me acompañó. Y entonces la vi... y ya apenas recuerdo su imagen,
pero sí lo que sentí; indescriptible, pero una mezcla de alivio, amor,
ternura... vamos que estoy llorando ahora mismo al recordarlo.
Me
separaron de ella para llevarme a la REA y tardé seis horas en volverla a ver.
Unas horas dolorosas y largas como inviernos. Al llegar a la habitación la
encontré en brazos, no recuerdo cuáles, la pequeñaja se había pasado la tarde
cogida por las numerosas visitas (eso es otro tema que ya trataré), tras la
cuatro horas de piel con piel con su papi que lastimosamente me perdí.
Y me
volví a emocionar al decirle a mi sobrino que "Eile" ya estaba aquí,
que ya tenía a su primera primita.
Y a
partir de ese momento comienza el periplo que quiero contar en este nuevo blog;
las aventuras, dudas, miedos, sorpresas y momentos de una madre primeriza un
tanto hipocondriaca y otro tanto más si cabe.
Y no
puedo comenzar este blog sin rememorar una de las cosas más terribles que he
vivido (de lejos), pero que lamento con todo mi corazón.
La
madrugada en el hospital, del viernes al sábado, a eso de las 5 de la mañana
cuando Eire terminaba una toma de pronto nos sorprendieron unos gritos y golpes
como de unas veinte personas. Yo lo primero que pensé, (psicosis total), es que
era un atentado terrorista o un loco, y me fui corriendo al baño con la niña a
esconderme. Segundos después el alboroto tomó forma y distinguí gritos y
lamentos. Entendí que algo muy malo había sucedido y la familia se estaba
lamentando. Me eché a llorar, no lo pude evitar. Si habéis leído mi blog
"soy enfermera y me enfermo cada vez que lo pienso" sabréis que soy
muy llorona y excesivamente sensible, con todas las hormonas en vaivén, cansada
y en un momento tan impactante de mi vida me metí en su piel ipso facto y lloré a moco tendido
pensando que se había muerto un bebé y yo tenía al mío en mis brazos... cómo
para no llorar.
El
trasiego continuó toda la noche, escuché algo de REA, y la familia parecía más
tranquila hasta que a las 7.45, de nuevo, se escucharon los gritos y lamentos y
ahora sí que entendí que un trágico final se había apoderado de esa familia
para siempre.
Ese
mañana me dieron el alta, afortunada yo... Pregunté a una compañera, trabajo en
ese hospital y por eso me lo confesaron: no se había muerto un bebé, se había
muerto la madre. Una chica de 31 años.
Sin
palabras.
No hay
palabras.
En
todo caso preguntas.
Un
montón de preguntas... Mi pregunta es básica: ¿Cómo puede suceder algo así? Y
no me refiero a error médico, sé lo que le sucedió y que todo el personal
sanitario se volcó en el caso, hasta médicos que estaban en sus casas acudieron
para intentar ayudar, lo hizo su cuerpo, se reveló ante la vida y cuando es así
no hay nada que hacer.
Escribo
esta primera entrada de este nuevo blog para dedicárselo a esa madre que la
muerte no le ha dejado disfrutar de su hijo; se lo dedico a ese padre que verá
a su mujer en cada gesto del bebé y se lo dedico a toda esa familia que lloraba
desconsolada.
Después
de esto, me siento tremendamente agradecida por poder disfrutar de mi hija, de
sus rabietas, de su tono taladro cuando llora, y de las 4 o 5 noches que
llevamos en vela, pero juntos, los tres.
Mi
intención en este blog es contar lo que me desespera, lo que me pone nerviosa y
todas las dudas que se me presenten para intentar ayudar a otras madres
primerizas; eso sí siempre con un toque de humor, y no como esta entrada que
tiene este sabor tan amargo.
Espero
que os guste y me sigáis. Os advierto que no escribiré muy bonito, que habrá
palabras repetidas, incluso alguna coma mal puesta. No voy a tener tiempo para
florituras, pero quizás yo me desahogue y vosotros encontréis a alguien con las
mismas dudas.
Nos
leemos.
Madre mía, Irene, qué experiencia más triste... Desde luego, tenemos que valorar cada día lo que tenemos.
ResponderEliminarDios, afortunadas de tener a nuestros hijos y que nuestros hijos nos tengan a nosotras. Disfruta de tu pequeña.
ResponderEliminarBesos :-*
Por Dios que triste!!!! Pobre familia. Nunca entenderé estas cosas. Disfruta cada minuto de la peque que el tiempo pAsa volando... Besitos!!!
ResponderEliminarJopetas Irene, qué contraste de emociones... Esta vida es una lotería y cada momento cuenta. Disfruta de cada llanto y sobretodo de cada silencio llenito de amor.
ResponderEliminarBufff,que angustia a mi paso con mi primera hija que fue cesárea tambien,hubo un accidente de trafico,estaba embarazada y se dio con el volante...imaginar el resto..tuvieron que atender a la pediatra de la urgencia....nunca lo olvidare.disfruta de la peque ,crecen rapidisimo...
ResponderEliminarMe encanta leerte eres unica y bonito detalle que has tenido para esa mamá que ya no está,un beso enorme a la princesa y a sus papás
ResponderEliminarMe encanta leerte eres unica y bonito detalle que has tenido para esa mamá que ya no está,un beso enorme a la princesa y a sus papás
ResponderEliminarEnhorabuena guapisima que alegria
ResponderEliminarEnhorabuena, que monada un besito desde valencia
ResponderEliminarEnhorabuena por esa pequeñaja tan bonita.... que triste experiencia la que relatas que tanto contrasta con la felicidad de tener a tu niña en los brazos. Y es que a veces, no hay explicaciones que pedir, ni preguntas que valgan y que no tienen respuesta.... a veces las cosas suceden y pese a todo, no queda mas que aceptarlas aun cuando sean tristes y amargas. Un saludo y disfruta de tu pequeño milagro!
ResponderEliminarEnhorabuena por esa pequeñaja tan bonita.... que triste experiencia la que relatas que tanto contrasta con la felicidad de tener a tu niña en los brazos. Y es que a veces, no hay explicaciones que pedir, ni preguntas que valgan y que no tienen respuesta.... a veces las cosas suceden y pese a todo, no queda mas que aceptarlas aun cuando sean tristes y amargas. Un saludo y disfruta de tu pequeño milagro!
ResponderEliminarMe has echo llorar guapa, que bonito y triste a la vez, me alegro que para ti todo haya sido tan especial y mágico, que todo siga así de bien y aprovecha cada segundo con esa preciosidad.
ResponderEliminarBesitos
Qué bonitas todas tus palabras. Estoy segura de que esa joven madre, esté donde esté, te estará dando las gracias. Tienes una niña preciosa. Felicidades y ánimo con todo.
ResponderEliminarEnhorabuena!! Tener a ese pequeño tesoro es como lograr todas las medallas olímpicas... Seguro que te seguiré leyendo. Sobre la joven que no podrá disfrutar de su hija sólo puedo decir que entiendo el por qué le dedicas tu primera entrada de blog y por qué no te las puedes sacar de la cabeza... la vida es imprevisible ��
ResponderEliminarEnhorabuena!! Tener a ese pequeño tesoro es como lograr todas las medallas olímpicas... Seguro que te seguiré leyendo. Sobre la joven que no podrá disfrutar de su hija sólo puedo decir que entiendo el por qué le dedicas tu primera entrada de blog y por qué no te las puedes sacar de la cabeza... la vida es imprevisible ��
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