Soy mamá

Soy mamá

lunes, 4 de septiembre de 2017

PRIMER DÍA DE CLASE

      Las noches van pasando, a veces con más pena que gloria, pero transcurren. En consecuencia el día siguiente amanece, el otro y el otro, y se convierten en semanas pasadas, en meses que nunca volverán, que perderán su protagonismo en el calendario. Y llega un día que ¡¡cumpleaños feliz!!, de repente mi pequeña sirena cumple un añito, come más tierra en la playa que las gaviotas, disfruta de las verbenas del pueblo, regresa a la rutina diaria en su hogar y... ¡¡vuelta al cole!!, ¡¡comienza por primera vez el cole!!.

         Hoy, exactamente hoy, ha ido por primera vez a "la guarde". Un día importante en el transcurso de su vida, un día del que hablará cuando cuente sus batallitas de la infancia (¡aysss, que me pongo ñoña!):
         «Mi madre me dijo que me pasé el día llorando», o «pues yo fui tan contento». ¿O no? A todos nos han contado (más de una vez) como nos comportamos el primer día que nuestros padres nos llevaron al cole. Y yo, consciente de la trascendencia del evento, no he descansado como me hubiera gustado y he ido hacia la escuela infantil con un nudo en el estómago más grande que el que cargaba cuando hice la selectividad.
         Como mi pequeña no se suele despertar tan pronto hemos ido apurando el bibe en el paseo hacia su gran cita. Empujada por la velocidad del reloj, me lo he inventado en el último momento y no ha funcionado, ha bebido menos leche que un abuelo agua (no beben, ya os lo digo yo). Yo estaba preocupada porque la iba a dejar prácticamente en ayunas, en riesgo de hipoglucemia severa, aunque era tan poco rato, bla, bla, bla... cosas de madre y enfermera a la par.
         Cuando me he querido dar cuenta hemos doblado la esquina y ¡la guarde! ¡Ahhhhhhhh! Cojo aire, inhalo, exhalo, hago fuerza con mi abdomen para deshacerme del nudo gástrico, abro la puerta y... ¡Guaaaa! ¡Guaaaa! ¡Guaaaa! ¡Guaaaaaa! ¡Guaaaaa! (no hay espacio en el Word para redactar la de llantos que se oían). Creo que hasta he dado un respingo y echado los pies para atrás del impacto acústico. ¡Cuidado! Pocas cosas son más estresantes que el llanto de un niño, y si le sumas treinta barítonos, pues no entiendo como las profesoras no toman orfidal a tazas.
         En seguida me ha atendido la directora, con una sonrisa despreocupada (tipo azafata en turbulencias) y me ha conducido al aula de Eire. Hemos abierto la puerta y... ¡Guaaaa! ¡Guaaaa! ¡Guaaaa! ¡Hipppp! ¡Hippppp! ¡Guaaaaa! ¡Guaaaaaa!

         Yo, aunque suene adolescente total, suelo decir "flipa colega"; pues lo de hoy era el "flipa colega" más apropiado que jamás habré rehusado a verbalizar en alto para no asustar a la profe con mi jerga, pero repito, resalto, remarco y subrayo, lo que me he encontrado allí era un "flipa colega" como una casa.
         Allí estaba la pobre "señorita" con seis bebés, dos de ellos rabiando del berrinche (los "a tope"), otros dos llorando en discreción y otros a ratos. Sara, que así se llama esta santa profesional, estaba dando las últimas indicaciones a unos papás que iban a dejar a su peque un ratito, como yo, por aquello de la adaptación.
         Eire, como si fuera sorda, se ha bajado de mis brazos para irse a por una mesita con luces que era de los más cuqui y ha empezado a entablar amistad con el que menos lloraba del lugar. Se ha acercado otro bebé al ver el buen ambiente que se respiraba en "la mesita cuqui" y se ha venido tan arriba que le ha quitado el chupe al primer amigo de Eire y se lo ha llevado a la boca... (¡Oh my god!, virus, bacterias, mocos... ¡Arjjjjjj! ). No he podido evitarlo, como una chivata se lo he tenido que decir a Sara. (Creo que no debería haber visto ese momento, a partir de hoy tendré pesadillas en las que el chupete de Eire entra en millones de pequeñas bocas usurpadoras e infecciosas).


         Mientras que yo hablaba con la profe, los padres del niño se fueron, disimulando su salida y ¿qué hizo él? De primeras no darse cuenta, pero cuando lo hizo... cuando lo hizo se pegó a la puerta por donde se habían ido sus papis y se puso llorar (mi alma se cayó al suelo, os lo prometo).
          La conversación ha sido difícil puesto que la profe tenía que ir consolando a los bebés "a tope"; soltaba a uno y lloraba, cogía al otro y se callaba, lo soltaba y berrinche. Mi cabeza se movía como en un partido de tenis pero en vertical, del suelo a los brazos de Sara.
         Eire seguía a su rollo.
         «Pasando de mami».
         «Aquí hay mucho que llevarse a la boca».
         «Pues no hay juguetitos que tirar al suelo con todas mis ganas».
         Para mi consuelo maternal sí que ha habido un momento en el que se me ha acercado y me ha agarrado de la pierna, pero en seguida ha visto otro juguete más molón que su mami y ha marchado a explorar.
         En acuerdo con Sara, me he ido cuarenta minutos, que a mí se me han hecho largos como turnos de noche, pero ni una lagrima se ha escurrido de mi lagrimal (la actitud de mi vástaga ayudaba, claro). Cuando he regresado a por la enana la he encontrado de puntillas en una trona intentando consolar a un "a tope" o intentando quitarle la trona (es más que probable la segunda opción)...
         Al verme me sonrió. Y yo. Yo a ella también. Más unos diez besos sonoros y apretados como si no la hubiera visto en años.


         Este ha sido su primer día de guarde. Estoy contenta, pero acaba de empezar. De fijo que llora, que se enferma, que se cae, que no come o no duerme, pero solo quiero añadir que me encanta vivir estos momentos con ella, ser la voz que luego le recordará esos instantes de su infancia, ser la mano que le acompaña y le guía. En definitiva, ser... su mamá.
         A ver si ahora tengo más tiempo y os cuento estas novedades (si os gustan, claro).
         ¡¡Nos leemos!!

        
        




1 comentario:

  1. ¡¡Que mi madre tenía un blog en el 2017, y escribió sobre mi primer día clase!!!. Si, Eire (contestará su asistente virtual inteligente), acabo de enviarte a la zona 3 de tu cerebro los textos originales, te constarán como leídos en 0,03 nano segundos. También abro conferencia holográfica con tus padres, su asistente me indica que ya saben que lo has descubierto, parecen emocionados y nerviosos con la noticia

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